Carlos López-Ibor
Madrid 1960
Mi historia como fotógrafo comenzó allá por el año 1975, cuando me encontré con una cámara que pertenecía a mi padre. Era una maravillosa Leica, una auténtica joya que despertó mi curiosidad y pasión por la fotografía.
Junto a mi hermana Alicia, decidimos embarcarnos en esta maravillosa afición. Montamos un pequeño laboratorio casero, y aún puedo recordar el inconfundible olor de los líquidos y la magia que experimentábamos durante el proceso de revelado.
Comprendí desde el principio que la buena luz es clave para capturar momentos únicos, y eso es precisamente lo que encontraba durante mis veranos en Palma de Mallorca.
Recuerdo a mi amiga Isabel, una fotógrafa austriaca muy divertida, que tenía una super Nikon y conseguía fotos espectaculares. Siempre comparábamos nuestras cámaras de reojo y nos preguntábamos que cámara era mejor. Aunque parecía que la Nikon tenía ventajas, llegamos a la conclusión de que la calidad de las imágenes no dependía únicamente de la cámara, sino del fotógrafo.
No quiero que mis fotos acaben perdidas en algún lugar.
¡Quiero que mis fotos perduren cerca de ti!
